A continuación compartimos este interesante artículo elaborado por Robotnik, entidad asociada a HispaRob, publicado originalmente en Interempresas.

Cuando hablamos de Industria 4.0 es inevitable hablar de los robots colaborativos y cómo estos han sido un punto de inflexión en la misma. Llegar a este punto ha sido posible gracias a la experiencia obtenida en el campo de la robótica industrial y su presencia en diversos sectores, donde se han automatizado múltiples tareas con el objetivo de mejorar la productividad.

La robótica industrial y la colaborativa se deben entender como soluciones complementarias ya que, aunque ambas se utilizan para automatizar procesos, se diferencian en los objetivos que cumplen y cómo se integran en el entorno industrial.

Robots industriales

Los robots industriales se crearon como una solución automatizada para asumir tareas de producción intensivas, aquellas que se requieren en una línea de montaje tradicional.

Generalmente, los robots industriales se caracterizan por tener un gran tamaño y peso y, además, por estar ubicados en posiciones fijas dentro de la planta industrial. Así mismo, tienen que estar dentro de una zona de seguridad delimitada físicamente para proteger a los operarios que trabajan cerca de ellos.

Otra de las características de los robots industriales es que están diseñados para trabajar de forma automática e intensiva, ejecutando continuamente las mismas tareas. Estos robots tienen que cumplir con una máxima: realizar una sola tarea con precisión y rapidez, por lo que su ubicación es una prioridad.

En el caso de la robótica móvil, se puede considerar a los AGVs como el primer paso en el sector industrial. Su movilidad les diferencia claramente de otro tipo de robots (los brazos robóticos industriales, por ejemplo), sin embargo, siguen teniendo una limitación importante: requieren de elementos físicos para funcionar (imanes, balizas, cintas magnéticas, etc.) por lo que su puesta en marcha implica una modificación del layout y no tiene la misma flexibilidad que un Robot Móvil Colaborativo (RMC) para trabajar en diferentes ubicaciones. Además, los AGVs tradicionales no son capaces de redirigir su ruta cuando se encuentran con obstáculos dinámicos.

La flexibilidad y la escalabilidad que permiten los robots móviles colaborativos les han llevado a convertirse en herramientas de gran utilidad dentro de las fábricas inteligentes. La lista de fabricantes de este tipo de robots es amplia y en nuestro país tenemos ejemplos como Robotnik, que desde 2002 es un referente en robótica y manipulación móviles.

Robots colaborativos

Los robots colaborativos, en cambio, están diseñados para trabajar con seguridad en entornos de trabajo donde hay personas. Son compactos y ligeros, lo que garantiza que se puedan mover fácilmente ocupando poco espacio en las áreas de trabajo donde están implantados.

Los robots colaborativos aportan seguridad al lugar en el que trabajan, ya que una de sus características principales es que pueden interactuar con personas sin ningún peligro.

En el caso de los Robot Móviles Colaborativos (RMC) esta ausencia de peligro la permiten sus sensores de detección de movimiento, los cuales hacen que pueda alterar su ruta o velocidad, haciendo más fácil el uso de los elementos compartidos (ascensores, pasillos, etc.). Otra de sus ventajas es que no están pensados para realizar una única tarea, sino más bien para simplificar los diferentes procesos industriales. Por eso, la flexibilidad y la facilidad de programación son dos de las características que los definen.

Concretamente, los Robots Móviles Colaborativos (RMC) tienen numerosas ventajas en comparación con los AGVs tradicionales: su rápida instalación, adaptabilidad, ahorro de espacio y mayor seguridad en el espacio de trabajo, son algunas de ellas. Se presentan, por tanto, como una herramienta que facilita el trabajo de los operarios. Además, como ya hemos mencionado antes, no requieren de elementos físicos y pueden funcionar en diferentes ubicaciones.

¿Cuáles son las principales diferencias?

En términos generales, las diferencias radican en el propósito para el que han sido diseñados cada uno de ellos.

En lo que respecta a los robots industriales, están diseñados para automatizar tareas y mejorar la productividad, la eficiencia y la calidad. Han sido diseñados para realizar una sola tarea, pero pueden realizarla de manera tan eficiente y precisa que se vuelven esenciales para el funcionamiento óptimo de una línea de montaje. Es el caso de los brazos industriales en sectores como la automoción o la alimentación, por ejemplo.

Un robot colaborativo, sin embargo, es una herramienta automatizada pensada para trabajar bajo las pautas de un operario, con quien trabaja de forma coordinada y segura. Esto lo hace capaz de ejecutar una única tarea o intervenir en varias, liberando a los operarios de tareas repetitivas y exigentes de precisión, ayudando así a mejorar la productividad. Esta adaptabilidad y trabajo interactivo influyen en su coste, ya que los cobots destacan por su rápido retorno de la inversión.

Los RMC son perfectos para el transporte autónomo de materiales, mientras que los manipuladores móviles están diseñados para tareas como pick & place, alimentación de piezas, envasado, limpieza, pulido, atornillado o taladrado, por citar algunas.

Tanto los robots industriales como los robots colaborativos pueden ser útiles en una misma línea de producción. En el primer caso, serían concebidos como un sustituto del trabajo de un operario, mientras que, en el segundo, serían más bien los aliados para mejorar la eficiencia del trabajo.

Un artículo de Robotnik.