Compartimos este artículo publicado en el blog de nuestro asociado Alisys.

La distancia social es una de las grandes armas que la sociedad ha tenido y tiene todavía para combatir la COVID-19. Limitar los contactos entre personas, evitar las visitas en los espacios cerrados y mantenerse a distancia de familiares y amigos, ha sido fundamental para reducir los contagios. Sin embargo, la pandemia tiene también consecuencias en el plano emocional. El aislamiento y la soledad se han abierto paso durante y después de los confinamientos.

La “pandemia de la soledad” no es solo producto del coronavirus. Ya en el año 2019, por ejemplo, un estudio realizado por la Caixa y coordinador por el Dr. Javier Yanguad, determinaba que “a lo largo de sus vidas, entre un 27 y un 36% de los hombres (entre 26 y 34% de las mujeres) se sienten abandonados o echan de menos la compañía de los demás (aislamiento social) y son incluso más, entre el 32 y el 53% de los hombres y el 26-44% de las mujeres, quienes no tiene suficientes personas a las que recurrir en caso de necesidad o en las que confiar plenamente (aislamiento emocional)”.

¿Pueden tecnologías cómo los robots sociales ayudar a paliar esas consecuencias? Más allá de la situación de pandemia ¿podemos valernos de los robots y otras tecnologías para reducir el aislamiento y la soledad?

Según se describe en un artículo de El confidencial, la Universidad de Génova, junto con la de Bedfordshire y Advina HEalth Care, iniciaron en 2016 un estudio con el que pretendían estudiar alguna de estas preguntas. Para ello utilizaron al robot de aspecto humanoide Pepper, de Softbank Robotics – de quien Alisys es partner oficial- ubicándolo en diferentes residencias de mayores del Reino Unido, India y Japón.

En palabras del doctor Chris Papadopoulos al diario digital “los voluntarios que se prestaron a estar con Pepper durante dos semanas, durante aproximadamente 18 horas en total, presentaron un impacto pequeño pero positivo en la severidad de la soledad y mejoraron su salud mental”.

El componente emocional de la tecnología

Pero ¿por qué un robot puede ser de ayuda contra la sensación de soledad? Según el fabricante sueco Furhat, que cuenta con uno de los robots sociales más avanzados del mundo en cuanto a capacidades de comunicación se refiere, son tres los factores que lo determinan:

  • Las capacidades conversacionales y gestuales. Los robots sociales, se caracterizan en su mayoría, porque son capaces de conversar con las personas de manera natural. Es decir, mediante preguntas abiertas y respuestas que mantienen un contexto. Por poner un ejemplo: a la hora de abordar una conversación sobre fútbol, el robot no realiza propuestas del tipo “diga 1 si desea hablar sobre fútbol”, sino que a la pregunta del usuario “¿De qué equipo eres?” el robot es capaz de responder con frases del tipo “No tengo preferencia por ningún equipo de fútbol, pero es una pena que Messi se haya ido de Barcelona ¿de qué equipo eres tú?”.
    Además este tipo de robots, suelen tener características físicas similares a las de los humanos y otros seres vivos como mascotas domésticas. De este modo, son capaces de acompañar su discurso hablado de gestos o proyecciones faciales que imitan las que realizaría una persona. Esto provoca reacciones de mayor apego en los humanos, que estamos programados genéticamente para empatizar con quienes se parecen a nosotros.
  • No juzgan ni se impacientan. Si bien pueden imitar la apariencia y forma de comunicación de los humanos, en nuestra relación con los robots no perdemos la percepción de estar interactuando con una máquina. N este sentido, el artículo de Furhat recoge que puede resultar más fácil expresar determinadas cuestiones o preguntas a dispositivo tecnológico porque no tenemos el miedo a ser juzgados por ello.
  • Interacción entre “iguales”. Finalmente, Furhat destaca una capacidad que es particular de su dispositivo: la capacidad para adaptar el tono de su voz y la apariencia de su cara para ponerse el mismo nivel de su interlocutor. Esto es posible gracias a sistema que proyecta una imagen de una cara sobre una máscara. De este modo es posible, por ejemplo, dar aspecto infantil a un robot cuando interactúa con un niño para facilitar la comunicación con el dispositivo.

Robots como elementos de comunicación

Además de los atributos humanos o de la capacidad de evocar emociones, no hay que olvidar que los robots son interfaces tecnológicas, como pueden ser smartphones o tablets. En este sentido, Alisys ya trabajo durante el 2020 con diferentes residencias de mayores de Asturias, para poner a su disposición diferentes unidades del robot James de modo que las personas mayores pudiesen establecer videollamadas con sus familiares que eran activadas mediante órdenes de voz.

Las capacidades de comprensión del lenguaje natural, así como las posibilidades de asistir a los mayores en remoto para establecer las llamadas y la capacidad de desplazamiento del robot, hicieron más fácil a los residentes comunicarse con familiares y amigos durante los periodos en los que no estaban autorizadas las visitas.

Robots como complemento del trabajo asistencial

Siempre que se abordan cuestiones sobre el uso de robots en la interacción con las personas, suele rodar una preocupación paralela ¿cómo puede pretenderse sustituir el calor y la emoción que proporciona la relación con otra persona por una maquina? La respuesta es que ninguno de estos estudios o fabricantes pretende eso en absoluto.

La aplicación de robots en la interacción con personas se orienta como un complemento para mejorar situaciones en las que no es posible el contacto con otra persona o bien para mejorar interacción que se producen con otras tecnologías, no con otras personas.

En este sentido, los trabajos en robótica social se encaminan a determinar cómo los robots pueden ayudar a mejorar la vida independiente de las personas mayores en su hogar, cómo humanizar la tecnología o cubrir vacíos o carencias de los sistemas de cuidado, entre otras.

Por poner un ejemplo: un sistema de asistencia de una comunidad autónoma podría poner a disposición de los mayores robots sociales que les acompañasen en sus hogares para recordarles la toma de una determinada medicación, les animasen a realizar ejercicio siguiendo un vídeo adecuado a su edad y proyectado en una tablet del robots, o establecer una videollamada de seguimiento con el asistente social, entre otras cuestiones.

Además la institución podría controlar el estado de todos los robots, medir la interacción con los diferentes dispositivos a través de una plataforma que permita controlar todo el programa y analizar, teleoperar y ejecutar aplicaciones en toda la flota de robots.

Soluciones combinadas de software y hardware como estás, en manos de profesionales del sector orientados a mejorar el sistema asistencial, permitirían, por ejemplo, establecer patrones de uso anormal para identificar, tiempos de inactividad elevados que podrían desencadenar alarmas para que el personal de ayuda acuda al hogar a comprobar que todo está correcto.

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Un artículo de Alisys